miércoles, 20 de agosto de 2008

Desde Medellín por José Comblín

Frente al individualismo capitalista moderno.
En tiempos de Medellín el capitalismo todavía no se manifestaba con tanta fuerza como en la actualidad. No se revelaba tan claramente y, por eso, muchos podían todavía ignorarlo. Si se escuchaba en las discusiones políticas, muchos no entendían bien de que se trataba. No tenían experiencia directa. En la actualidad el capitalismo es más visible en sus efectos, Es más presente en todos los espacios de la vida social o individual.
El capitalismo aísla a las personas. Hace de cada uno un productor y un consumidor. Hoy en día más importante es el consumidor. El consumo responde a deseos individuales. El sistema exhorta a cada cual al mayor consumo posible para que la economía pueda producir lo más posible y engendrar el lucro que se transforma en capital. La ley es el necesario crecimiento de la economía. No es la palabra de Dios. No es el modelo que se nos presenta en la Biblia. Será tarea de la teología, o, mejor dicho, de una lectura actual de la Biblia, mostrar la incompatibilidad.
Durante mucho tiempo, porque el capitalismo creció progresivamente, todavía había grandes sectores de la sociedad que no estaban integrados en ese sistema y todavía vivían en modelos tradicionales. Por eso ni siquiera entendían la crítica del capitalismo. Sobre todo los católicos tradicionales y el clero vivían en modelos tradicionales y no entendían o todavía no entienden lo que es el sistema. Sin embargo, hoy en día el sistema está invadiendo todos los sectores de la sociedad.
El individualismo penetra en todos los sectores. Penetró en la vida privada destruyendo la familia tradicional. Ahora sí, algunos sectores tradicionalistas se asustan!. Creían que la familia era un santuario en el que se conservaban los valores tradicionales y las virtudes cristianas.
El individualismo no destruye la religión. Al revés. Pero destruye las grandes instituciones y los sistemas religiosos que se oponen a la ética capitalista. O, por lo menos, se oponen a su expansión.
Pero engendra formas de religión individualista. Son religiones que ofrecen satisfacciones sensibles inmediatas Son mercaderías espirituales que se pueden comprar y realizan un consumo religioso interesante. Nacen muchas nuevas religiones (38.000 en los Estados Unidos) que saben dar satisfacciones inmediatas. En el mundo de los pobres, prometen salud, habitación, empleo, protección contra los peligros de la calle. Prometen y realizan milagros. En la clase media las necesidades son más sicológicas y nacieron muchas metodologías para dar respuesta a esos problemas. La religión se confunde con una forma de auto-ayuda.
Son sistemas de distribución de satisfacciones inmediatas. La fórmula es “Jesús te ama”. El ofrece su amor y el receptor solo debe recibir y ser feliz. Jesús distribuye felicidad. Desaparece el proyecto de Dios, el gran proyecto que es objeto de toda la Biblia. La religión es como un supermercado en el que los consumidores encuentran miles de productos entre los cuales pueden escoger en virtud de sus mayores satisfacciones. Las religiones que no ofrecen esos servicios, son abandonadas.
La consecuencia es el desaparecimiento del proyecto de Dios, el proyecto de “Él”. “Él” tiene una voluntad que no es la satisfacción inmediata de nuestros deseos inmediatos. Tiene un programa de desarrollo de la humanidad. Su prioridad es la humanidad toda y no los individuos aislados.
El papel de la lectura de la Biblia es mostrar el plan de Dios, su voluntad, lo que se llama su reino o su reinado con una palabra que perdió su sentido, pero que puede ser reemplazada como lo hacen autores del Nuevo Testamente como Pablo o Juan.. En seguida la lectura de la Biblia muestra lo que significa ese programa en la fase actual de la historia Está claro que la situación actual es mucho más compleja que lo que conocieron los contemporáneos de Jesús. .
En tiempo de Medellín era mucho más fácil desarrollar movimientos bíblicos interesados en la marcha del pueblo de Dios. Esto todavía tenía resonancias en la mente popular. Hoy día, lo que más interesa es la emoción religiosa, la experiencia religiosa interior e intimista aunque ella pueda producirse como suele suceder en reuniones de colectividades. Sin embargo no se produce una formación comunitaria. El gran número aumenta la capacidad emocional. Es un efecto de masa y no de pueblo. La concepción de un pueblo en marcha se hizo casi incomprensible para la gran mayoría.
Esto significa que la comunicación del mensaje de la Biblia tendrá que ser más constante, esclarecedora, sabiendo la resistencia que encuentra en el modelo individualista de la sociedad.

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